El queso, producto indisolublemente ligado al hombre y su cultura, se vincula al intelecto y los sentidos, requiere indispensablemente del saber y el paso del tiempo. Si bien estos atributos están instalados en el imaginario colectivo, no tenían una fuerte presencia en la imagen de marca de ilolay, más cercana a lo natural, la frescura, el campo, el sol y la inocencia.
Se planteó cómo lograr que la percepción de marca y la realidad del producto armonizaran y se partió de la idea de darle el gusto al Intelecto y los Sentidos.
Para que el intelecto tenga plena satisfacción, se recurrió a la tradición europea, basada en el árbol familiar y en el sueño de Josef Marie Williner, quien al llegar de su Suiza natal, dio el primer impulso para que esto fuera posible. A ello se sumó la calidad total argentina, la vocación por la perfección que siempre caracterizó a la empresa y le permitió certificar todos los procesos desde el tambo hasta la góndola.
Para que el intelecto tenga plena satisfacción, se recurrió a la tradición europea, basada en el árbol familiar y en el sueño de Josef Marie Williner, quien al llegar de su Suiza natal, dio el primer impulso para que esto fuera posible. A ello se sumó la calidad total argentina, la vocación por la perfección que siempre caracterizó a la empresa y le permitió certificar todos los procesos desde el tambo hasta la góndola.
Se intentó reflejar estos conceptos a través de una imagen que habla por sí misma, con un fuerte carácter que se refleja en el personaje, su ámbito, el entorno cromático y los valores tipográficos.
Más información: www.williner.com
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